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LISTÍN
DIARIO de Fecha
Viernes
16 de Junio del 2017
Por Luís Rafael
Sánchez Peralta (Luichy)
El próximo 24 es día
de San Juan Bautista.
Esta vez lo celebraré
de manera muy especial, ya que será el centenario del natalicio de mi padre:
Juan Bautista Sánchez Correa, nacido el 24 de junio de 1917 en Santiago de los
Caballeros (falleció el 24 de Octubre del 2003).
Hombre de brillante
vida polifacética: exquisito músico del violín y el piano; destacado
ingeniero-arquitecto y munícipe pulcro; egregio ejecutivo de béisbol.
Es en este último
aspecto donde centraré esta publicación, por la trascendencia de sus logros
como constructor de las bases del equipo de béisbol Águilas Cibaeñas en su
relación con las Grandes Ligas.
Y es aquí donde paso
a compartir con ustedes la carta que le dedico en esta celebración centenaria:
Inolvidable Viejo:
Por razón de espacio,
no podré escribirte lo extenso que hubiese deseado.
Recordarás cuando
aquella noche del sábado 23 de abril de 1955, apenas nueve meses después de
casarte con mami, te eligieron por primera vez presidente de las Águilas
Cibaeñas, en reunión efectuada en el entonces ilustre Ayuntamiento de Santiago,
lo que te permitió hacer realidad tu sueño de ser parte del nacimiento de
nuestra pelota otoño-invernal y co-fundador de la Lidom.
Maniobrando entre
dificultades inherentes a los influyentes y determinantes intereses de la
época, a los que nada ni nadie escapaba en el país, así como el desinterés y la
apatía de la gente de poder económico en Santiago, la que no creía en el nuevo
proyecto de Águilas Cibaeñas y la Lidom, fuiste el visionario que te echaste
encima el otrora equipo mamey, contra vientos y marea, sin dinero, recibiendo
insultos y humillaciones.
Buscabas el
desarrollo del pelotero dominicano, que llegara a las Grandes Ligas como lo
habían hecho cubanos, puertorriqueños, mexicanos, venezolanos, panameños.
Puedes ser considerado uno de los padres del pelotero dominicano.
Entre 1957 y 1958
ejecutaste la construcción del Estadio Cibao (originalmente “Leonidas Rhadamés”
-si, con la “h” después de la “r”, en este caso está correcto-). Entre 1973 y
1974 realizaste su ampliación y remodelación.
¡Qué siembras tan
fructíferas viejo!… ¡Inimaginables en aquellos tiempos!... ¡El esfuerzo valió
la pena!… ¡Tus Águilas Cibaeñas llegaron a convertirse en la marca deportiva #1
de República Dominicana!
La mezcla de tu
comportamiento ciudadano, tu probidad y tu trayectoria deportiva, entre otras
virtudes, te llevaron a la exaltación como Inmortal del Deporte Dominicano.
Recordarás también
cuando el 18 de agosto de 1977 me diste entrada oficial al periodismo
deportivo, al permitir mi ingreso como
comentarista en tu programa radial, en el que hasta ese día participaba sólo
como oyente. En dos meses se cumplirán 40 años. ¡Cómo pasa el tiempo!
Viejo, las cosas han
cambiado demasiado y penosamente no ha sido para bien. Ya tus protegidos y
adorados peloteros dominicanos no participan en la Lidom como siempre lo
deseaste. La pasión por entregarse a la fanaticada dominicana ha desaparecido.
Aquellos ejecutivos
del béisbol dominicano con sello de “sportsmanship” (de alto espíritu y
sentimiento primordialmente deportivo) que tanto mencionabas en tu programa
radial, con los que mostrabas satisfacción de compartir y ser sus compañeros en
la Lidom, ya no existen.
Como en todo,
aparecen escasas excepciones.
Así como hoy es más
fácil para un jugador llegar a las Grandes Ligas, también es más fácil, cada
día más fácil, además de ligero, abrirse paso en el entorno ejecutivo del
béisbol dominicano, adquiriendo nombradía vacía y de cartón. Han estado
surgiendo “genios” modernos.
Es el producto de
nuestra sociedad de hoy. Los intereses particulares están por encima de los
intereses colectivos e institucionales. Se ansía el protagonismo. Estamos en
tiempos de “transparencia” (palabra bonita) pregonada, pero ocultada.
Hipocresía pura.
Al recordar el
centenario de tu natalicio, conmigo puedes estar satisfecho y tranquilo, en tus
Águilas he cumplido al máximo nivel, como lo deseabas. Aunque ya no es lo
mismo.
De tus enseñanzas
nunca olvido que, sin importar los cambios naturales que da la vida, en una
sociedad realmente limpia, la moral y la ética siempre deben ser las mismas. No
hay término medio ni acomodamiento.
Que lo último que
debe perder un ser humano es su dignidad; mejor pasar hambre antes que
perderla. Me enseñaste a vivir en quietud y pureza, predicando siempre con el
ejemplo.
Pero descuida viejo,
un día no muy lejano nos encontraremos en la eternidad (Gardel y su “Volver”
dicen que “20 años no es nada”) y ahí volveré a escuchar tu celestial manera de
tocar el piano, lejos de la contaminación actual. Abrazo.