Por Luichy Sánchez Peralta
Cuando la semana pasada leí que el egregio periodista santiaguero (cocampuno)
Luis Eduardo Lora Iglesias (además de fervoroso aguilucho), mejor conocido como
Huchi Lora, se retiraba de la dirección del programa “El Día” (Telesistema,
canal 11), pasaron por mi mente múltiples gratos recuerdos de mis inicios en el
periodismo.
Fue con Huchi que di mis primeros pasos como empleado en una redacción
periodística, coincidencialmente en un diario impreso matutino santiaguero de
nombre “El Día”. Eso fue en 1981 y yo tenía 20 años de edad, acercándome a los
21.
Luego de un conflicto en ese periódico en 1982, un grupo de periodistas
nos fuimos con Huchi a fundar el periódico “Ya”.
Ya antes, a finales de los fatídicos 12 años de Balaguer, conocí a Huchi
en la santiaguera Radio Hispaniola, una emisora de la que mi padre (Juan
Sánchez Correa) era uno de sus propietarios (luego del fallecimiento de su
fundador, su hermano Morito Sánchez Correa), la misma (con el nombre de HI9B,
desde el “roof garden” del Hotel Mercedes) donde a finales de los años 30 cantó
por primera vez Lope Balaguer, siendo un adolescente (se estima que alrededor
de 1938).
En Hispaniola, Huchi trabajaba junto a Ramón De Luna, otro egregio del
periodismo dominicano, en el programa “La Hora del Café” (5:00-6:00 p.m.) y yo
formaba parte con mi padre del programa “La Mesa Redonda del Deporte”, el cual
iniciaba a las 7:00 p.m.
Huchi y Ramón fueron dos guerreros de esos 12 años balagueristas que
arriesgaron sus vidas ejerciendo un periodismo firme y combativo, enseñando
periodismo sin temor, en una época en la que no existía libertad de prensa.
Viví algunos episodios.
Con Huchi y Radhamés Gómez Pepín, obtuve en la redacción deportiva de “El
Día” mis primeros conocimientos en prensa escrita. Para mi fue una especie de
sueño aprender de Huchi y Gómez Pepín, dos periodistas que yo tenía años
siguiendo y admirando, especialmente en sus respectivas columnas “Tintero” y “Pulsaciones”.
De las tantas cosas agradables que puedo decir sobre Huchi, deseo
resaltar esa relación que lamenté no poder cosechar de manera más prolongada,
por él tener que mudarse a la capital, pero nunca me desconecté de su trabajo
pulcro, influyente y veraz.
Desde aquí, nuestros mejores deseos y bendiciones para Huchi. Que Dios le dé mucha salud y vida.
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