Por Luichy Sánchez
Peralta
Al unirme al pesar por el fallecimiento de don Radhamés Gómez Pepín,
deseo exponer algunos recuerdos.
Nací en 1960, por lo que mi infancia transcurrió durante esa década.
Para ese tiempo, mis padres vivían en la avenida Hermanas Mirabal de Santiago
(esquina Capotillo), justo en la frontera de los conocidos sectores de La Joya
y Baracoa, y casi enfrente vivía don Radhamés con su familia.
Una sobrina de don Radhamés era compañera de estudios de mi hermana
mayor y recuerdo a sus hijos Chiqui y Momoncho. A partir de la década de 1980
me relacioné un poco con Chiqui, porque ambos abrazamos la profesión de
periodismo.
En 1981 me inicié en prensa escrita, cuando nació el desaparecido
periódico santiaguero “El Día”, dirigido por Huchi Lora. Don Radhamés era
sub-director o algo así. Recuerdo que Huchi y él eran los “jefes”. ¡Cuánto
aprendí con ellos! Dos verdaderos maestros.
Mi suegro (Ing. Víctor Sagredo) me cuenta que doña Ana, la madre de don
Radhamés, fue una de sus más influyentes maestras, cuando en las escuelas
existían verdaderos maestro y maestras.
¡Y cómo no recordar los ingentes esfuerzos de don Radhamés a través de “El
Nacional de Ahora” para que a mi padre se le pagara una deuda que con él tenía el
gobierno de Leonel Fernández del período 1996-2000! Terminó pagándola Hipólito
Mejía.
Hace unos siete años, realizando unas investigaciones, fue don Radhamés
quien me dio luz sobre el conflictivo final del campeonato de béisbol 1958-59,
cuando intereses de la tiranía en los equipos de la capital influyeron para que
los Tigres del Licey utilizaran de manera ilegal dos jugadores extranjeros
pertenecientes a las Águilas Cibaeñas (tema para otro artículo).
Todos hemos escuchado y leído interesantes historias sobre la vida de
don Radhamés. Es posible que haya sido “el último mohicano” de un estilo
periodístico que me parece hará falta, especialmente viendo cómo hoy se ha
corrompido ese delicado oficio en la República Dominicana.
¡Paz a sus restos!
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