jueves, 28 de mayo de 2015

Me Declaro Inadaptado

Por Luichy Sánchez Peralta

Casi a diario, por diversas vías, a los dominicanos nos piden reflexionar ante las dificultades nunca superadas en el país. Se me parece a lo que ocurre con las expresiones “estamos tomando medidas” o “tomaremos medidas”, que de tanto “tomarlas” vivimos en embriaguez permanente. En realidad, nunca se toman en procura del bien común.

Ya hace demasiado tiempo que los dominicanos estamos necesitando convertir la reflexión en acción, con urgencia, pero seguimos empantanados y sumergidos en lo que se conoce como "parálisis del análisis”. Dejando espacio para las excepciones, los que mejor viven luchan para que los que peor viven sean más cada día. Se trata de una vida cada vez más deshumanizada y menos empática.

Quienes llegan al poder político procuran perpetuarse en ese poder, pero para sustentarlo necesitan que sus subordinados se mantengan anestesiados y entretenidos en banalidades. Para ellos, mientras menos piense la población, mucho mejor. Por eso, la sumatoria de analfabetos (formales y funcionales) e ignorantes siempre es mayoría.

A partir de 1966, Balaguer representó el “neo-trujillismo” y parece que los dominicanos no nos dimos cuenta… 30 años después, Fernández representó el “neo-balaguerismo” y parece que tampoco nos dimos cuenta… peor aún, vivimos en autocracia (nada ha cambiado), con un país secuestrado por un partido político, pero los dominicanos seguimos anestesiados y entretenidos.

El control de los medios masivos de comunicación es el principal sostén de ese statu quo. Debo aclarar que nunca he tenido (ni tengo) simpatía con ningún partido político. En esencia, todos los que han gobernado son lo mismo.

¿Cómo es eso de “premiar” con una reelección a un gobernante bajo el pretexto de que supuestamente lo ha hecho “bien”, como si originalmente habría sido electo para que lo hiciera “mal”? Los funcionarios son elegidos y nombrados para que lo hagan bien… y que venga el reemplazo.

Lo que necesita el país es crear las condiciones para que fluyan los cambios, los relevos, las oportunidades de auténticos líderes, que el paso por el llamado “tren gubernamental” sea verdaderamente pasajero, que nadie se aferre a lo que no le pertenece.

Cuando uno crece aprendiendo decencia, respeto, pulcritud, empatía, “dar de sí antes de pensar en si” (filosofía rotaria), pero la sociedad en que uno vive se comporta al revés, tengo que admitir que soy un inadaptado.

Desde que uno se levanta cada mañana hasta que se acuesta cada noche, el bombardeo no cesa: crímenes, violaciones, impunidad, manipulación, indecencia, corrupción, irrespeto, hipocresía (de gobernantes y gobernados)… pero todo lo aceptamos con normalidad, entonces tengo que declararme un inadaptado.

Lo que tenemos los dominicanos no es vida, pero luchamos para engañarnos y creer lo contrario. Como nuestros partidos políticos son negocios para un grupo enriquecerse (los que tratan de ser diferentes no avanzan), nada positivo se puede esperar. Ya lo dijo un reconocido empresario: “Si preocupante es la corrupción que tenemos, más preocupante es los que aspiran a ser corruptos”.

Tenemos que esforzarnos por mantenernos optimistas, pero vale la pena resaltar que el optimismo es como la fe, hay que abonarlo permanentemente, no sólo es retórica.


Lo expuesto en este artículo no es exclusivo de la República Dominicana, pero por ser mi país, es el que me interesa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario